Enfoque curricular: La universidad asume un enfoque curricular por competencias y en este sentido las construcciones curriculares articulan la teoría con la práctica mediante procesos de reflexión dialógica para dar solución a problemas que se identifiquen en los contextos locales, nacionales e internacionales, que contribuyan a la transformación de la realidad.
El comentario se basa en análisis que se han dado en este sentido que indican que la "formación por competencias" implica la necesaria articulación al análisis de los problemas que enfrenta la sociedad y la habilidad que se debiera tener para darles solución, atendiendo a un cambio que es dinámico. Es decir que no sería necesario indicar que el enfoque es por problemas y competencias. Traigo al respecto, este apartado extraido de: El curriculum universitario y el enfoque de competencias. Marta Susana Brovelli
(Escuela de Ciencias de la Educación), (Universidad Nacional de Rosario. Argentina), (Universidad Tecnológica Nacional. Argentina)
"En el caso de la educación superior, Díaz Villa (2006) sostiene que “el discurso constitutivo de las competencias especializadas ha tenido, en diferentes dimensiones y sentidos, una justificación basada en las necesidades de la sociedad y en la solución de los problemas que demanda, en ésta, el desarrollo. Así, mientras la visión tradicional de formación profesional planteaba como requisito para el ejercicio profesional la posesión de un cuerpo de conocimientos que se aplicaba a situaciones conocidas para producir una solución racional a los problemas, la visión actual -influenciada por los cambios producidos en la sociedad denominada post-industrial, de la información, o del conocimiento- (Castells, Gibbons, Lyotard) considera que la formación profesional debe responder a los retos que plantean las nuevas condiciones del ejercicio laboral, ya no dependiente de situaciones conocidas y rutinarias, sino de situaciones contingentes que demandan respuestas inteligentes a problemas nuevos y desconocidos en el nuevo mercado de trabajo. Esto significa que la formación ya no descansa en la transmisión de saberes predefinidos, sino que estos –saberes- son una función de la contingencia del mercado laboral. Se ha producido, de esta manera, una transformación en el discurso pedagógico que ahora genera nuevos órdenes de instrucción y nuevas formas de identidad (Bernstein, 1998)”.